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lunes, 1 de agosto de 2011

Y el mundo sigue caminando: Un escrito habla del fallo humano en determinar el fin del mundo

Luis Guillermo Blanco
“Venga a nosotros Tu Reino”, es parte de la oración dirigida al Padre que Jesucristo enseñó a sus discípulos. O sea pedir la venida final del Reino de Dios por medio del retorno de Jesucristo, acompañada -entre otros acontecimientos- del Juicio Final, es decir, del Apocalipsis según San Juan. Libro que, además del fin de los tiempos, también ofrece para los creyentes una visión del Reino Divino y sus prerrogativas excelsas. En el Catecismo de la Iglesia Católica aparece esta petición entre los números 2816 y 2821, y en el 2859 del Resumen.
Ahora bien, fundándose o no en el Apocalipsis, a lo largo de la historia, diversos grupos religiosos, filósofos, adivinos, profetas y hasta científicos han vaticinado cientos de veces el Fin del Mundo, aún determinando su fecha.
A modo de ejemplo, recordaremos que en el año 90 San Clemente afirmó que el desenlace comenzaría pronto. El Obispo francés Hilario de Poitiers pronosticó dicho suceso para el año 365, y San Martín de Tours aseguró que el mundo terminaría antes del año 400. En el 500, el antipapa Hipólito y el teólogo Julio el Africano anuncian el Juicio Final para éste año. El Papa Inocencio II lo predijo para el año 1284, 666 años (el número de la marca de la Bestia del Apocalipsis) después del surgimiento del Islam. Cristóbal Colón, influenciado por el teólogo francés Pierre d’Ailly, afirmó que ello acontecería en 1658. Y un grupo de teólogos cristianos lo pronosticó para 1666 (un milenio más ese 666).
Un coro de astrólogos aseguró que el fin se produciría por una inundación que comenzaría en Londres el 1/2/1524 (calendario juliano), quedando el mundo sumergido bajo las aguas (ese día en Londres no llovió). El matemático inglés William Witshon dijo que el 13/10/1763 se produciría un nuevo Diluvio Universal, y el matemático alemán Michael Stifel calculó que el día del Juicio comenzaría a las 8 hs. del 19/10/1533. Más prudente fue el astrólogo francés Pierre Turrel, pues estimó cuatro fechas probables para que todo acabe: 1537, 1544, 1801 o 1813.
En 1688, John Napier, inventor de los logaritmos, aplicando esta técnica matemática al Libro del Apocalipsis, calculó el fin del mundo para ese año. En 1834, Joseph Smith, fundador de los Mormones, afirmó que Jesucristo regresaría en 1890. Y en 1850, Ellen White, fundadora de los Adventistas del Séptimo Día, dijo que el mundo acabaría en unos cuantos meses. Desde su fundación en 1870, los Testigos de Jehová profetizaron que el mundo llegaría a su fin en 1914. Para luego seguir afirmando que el final está cerca.
La llegada del cometa Halley en 1910 desató una histeria apocalíptica en los EE.UU. y Europa, pues el astrónomo francés Camille Flammarion creía que la cola del cometa contenía un gas que impregnaría la atmósfera y que terminaría con toda la vida en el planeta. En diversos países hubo cientos de suicidios, otras personas abandonaron sus casas sin destino cierto y en Oklahoma se pretendió realizar el sacrificio de una doncella para calmar la ira divina. Según el arqueólogo estadounidense Jeffrey Goodman, la destrucción de la Tierra ocurriría en 1977, en razón de un alineamiento planetario que provocaría terremotos y erupciones volcánicas, por lo que nuestro planeta sufriría una fractura originada por la tensión de la gravedad provocada por tal alineamiento.
Tal vez algunos de todos estos clarividentes se hayan sentido decepcionados. Para peor, en 1978, en Jonestown, Guyana, se suicidaron unos mil miembros de la secta Templo del Pueblo. En 1994, aconteció una ola de suicidios entre los miembros de la Orden del Templo Solar, y en 1995, 39 personas que formaban parte del grupo religioso La Puerta del Cielo se suicidaron en California, pues para ellos la aparición del comenta Hale-Bopp era la señal inequívoca que llegaba el Fin del Mundo. Todos los suicidas de estas sectas pretendían salvarse de la destrucción de la Tierra. O sea que se mataron para no morir.
Pero la paranoia también es mediática. La novela “La guerra de los mundos” (Herbert G. Wells, 1898), que describe una invasión marciana a la Tierra, fue adaptada por Orson Welles en 1938 para crear un serial radiofónico que se emitió como noticiario de carácter urgente. Provocando escenas de pánico entre los ciudadanos de Nueva Jersey y Nueva York, pues los oyentes que no escucharon la introducción del programa, que explicaba que se trataba de una dramatización de esa novela, creyeron que se estaba produciendo una verdadera invasión alienígena.
Actualmente, se pregona que el fin ocurrirá el 21/12/2012, pues llegaría junto con el término del Calendario Maya. Lo desmintió Carlos Pallán, director del Acervo Jeroglífico e Iconográfico Maya del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, y otros agregan que ese día comienza la era del Sexto Sol, que no es más que el inicio de un periodo de 5.200 años y no el cataclismo mundial. Pero como estos mitos se resisten a desaparecer, hasta la NASA tuvo que expedirse en contra de los pronósticos catastróficos dados para el 2012.
En fin, tanto Gardel y Lepera (1935) como Joe Dassin (1976) entonaron que “el mundo sigue andando”. Entre tragedias y alegrías, aún es así.


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