Apreciado pastor local ,
Me es grato escribirte para saludarte en el Nombre de Jesucristo, así mismo para felicitarte por la gran labor que vienes realizando en bien de la grey.
En estos momentos, mientras escribo me imagino qué es lo que estarás haciendo a esta hora, hoy martes 09 de noviembre, probablemente estás en tu oficina en pleno sol, trabajando arduamente por tu familia. Tal vez trabajas pensando en Dios y silbando o cantando himnos a Dios. Espero de todo corazón que sea así.
¡Qué gran responsabilidad la que Dios te ha dado! ¡Eres un pastor…! Cuando yo no era pastor, con frecuencia me veía tentado a criticar el trabajo de los ancianos de mi iglesia. ¿Alguna vez has sentido que los hermanos critican tu trabajo? ¿Alguna vez alguien te han comparado con otro anciano o director diciendo que él era mejor que tú? Sabes, a veces los hermanos somos injustos, juzgamos y observamos lo que vemos y nos equivocamos.
Yo soy pastor como tú. Un pastor con más responsabilidad quizá, pero igual que tú, pues soy humano y por ello te entiendo. Sé que muchas veces quisieras tirar la toalla, sé que a veces no tienes fuerzas para seguir, pero los hermanos creen que tú eres el anciano o director y eres el responsable, pero nadie sabe, probablemente ni aún tu esposa o tus amigos que estás desanimado.
Sabes querido hermano, te confieso que lo más grande que me ha pasado como pastor es que un hermano venga a mí, y me diga: “pastor, he venido a orar por usted”, me abrace y me haga sentir que soy humano. ¡Qué feliz me sentí…!
Hace algunos días choqué con mi moto, sufrí un accidente junto a mi esposa embarazada (gracias a Dios no fue grave), me vi en la carretera, golpeado y con un dolor intenso, con mi esposa lastimada por la caída. Miré al cielo oscuro pues era de noche y me preguntaba si tenía sentido sufrir ese accidente después de haber predicado a una iglesia que aparte de que se dormían por el sermón, siempre muestran pesimismo.
Allí en el suelo, le preguntaba a Dios, si es que valía la pena seguir siendo pastor, si a veces cuando uno quiere hacer lo mejor solo recibe críticas y miradas crueles. Yo podría haber estudiado otra cosa, podría estar a cargo de una empresa, podría tener mucho dinero en otra profesión. Cuando de pronto vi a lo lejos una luz en la oscuridad, era una moto, la manejaban dos jóvenes que no eran adventistas, al verme con la moto en el suelo y golpeado, me dijeron: “pastor, ¿qué ha pasado?”. Al escuchar esa palabra, “pastor”, me respondí: “SI VALE LA PENA”, vale la pena ser pastor, pues no soy pastor por los hermanos, soy pastor porque así lo has querido Tú oh Dios. Soy pastor porque Dios me eligió para esto desde mucho antes de nacer.
Al día siguiente, muy temprano, un hermano vino a la casa casi reclamándome y dijo: “pastor, hemos quedado a las 4:00 de la mañana y yo esperándole, si no va a poder no se hubiera comprometido…”. Quise contarle lo que me había pasado, pero me dijo, “bueno pastor, será en otra oportunidad, me están esperando en la moto”. Se fue, y me quedé pensando.
Apreciado hermano, pastor local, vale la pena trabajar por Dios. Probablemente no recibas los méritos que quisieras, la aprobación de muchos, pero déjame decirte algo, Dios te eligió, fue Él. Sujétate de Dios todos los días. Que tu primer trabajo sea el buscar el reino de Dios y su justicia (Mt. 6:33). No olvides que eres un pastor, trabajemos por Cristo no esperando agradar a los hombres sino a Dios querido colega.
Con cariño cristiano,
Pr. Heyssen J. Cordero Maraví
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