Londrés, Inglaterra... [ASN] Seis días a la semana durante los Juegos Olímpicos, Richard Daly toma el metro hacia el Parque Olímpico del Este de Londres, donde más de cien mil espectadores atestan nueve sedes de los juegos.
Daly, que es pastor adventista, es uno de los sesenta capellanes que colabora como voluntario en el lugar de los juegos. Durante la primera semana de la competencia, ha sido asignado a los medios, junto con otros once capellanes que se turnan para cumplir funciones en la sala de oración del centro de medios.
Mientras camina por el Parque Olímpico, en ocasiones lo detienen, y no solo porque se parezca a un atleta de la competencia. Por lo general, esto se debe a su copiosa colección de pines en el cordón que cuelga de su cuello con sus credenciales.
“¡Cuántos pines!”, le dice un voluntario delante de él a la hora del almuerzo. “Es una colección impresionante”, dice otro. Más tarde, afuera del predio, una mujer grita en medio de una multitud que camina hacia un estadio. “¿No tiene algún pin de Adidas para intercambiar?”, le dice.
Aquí en los Juegos Olímpicos, el intercambio de pines conmemorativos es un serio pasatiempo y ha estado bien documentado por los medios locales e internacionales. Un pin que suele mostrar a los asistentes a los juegos es el que dice “Fe”, el que resulta una buena excusa para iniciar el diálogo.
“Vea este: ¿Ya lo tiene? ¿Es usted una persona de fe?”, le preguntó a una guardia de seguridad antes de invitarla a que piense en visitar la sala de oración.
Desde la entrada del parque de seguridad, a Daly le lleva casi veinte minutos de caminata llegar a la sala de oración, ubicada en “High Street”, un conjunto de cafés, bancos y tiendas de servicio. Para los veinte mil periodistas y fotógrafos que están aquí estas dos semanas, High Street es el centro de compras local ubicado entre el Centro de Transmisiones Internacionales y el Centro Mayor de Prensa.
Un centro religioso entre los periodistas atrae muy pocas personas, aun cuando está ubicado en un lugar estratégico cerca del gimnasio. La mayoría de la gente de medios son personas seculares, dijo Daly, y traban a contrarreloj. Aunque la mayoría no asiste a los cultos, algunos vienen a escribir pedidos de oración en una tarjeta, y más tarde los capellanes oran juntos por ellos.
El martes por la mañana, algunos musulmanes entran y salen a la hora de las oraciones. La sala cuenta con sillas plegadizas, sofás otomanos y dos áreas de oración semiprivadas tras divisores blancos. En la pared se encuentra el logotipo olímpico, con palabras adicionales de inspiración, tales como “determinación”, “valor” y “excelencia”.
Dado que pocos vienen al lugar, Daly va a buscarlos. La mayoría de sus contactos se llevan a cabo en el comedor de prensa donde la gente está más relajada y le cuenta de su vida. Esa es la oportunidad que tiene Daly de afirmar la fe de ellos u ofrecerles una palabra de apoyo, y acaso hasta una introducción al cristianismo. No se permite el proselitismo, pero él puede hablar de su fe con ellos e invitarlos a buscar una vida espiritual más profunda.
La semana próxima trabajará con los atletas. Si esta tarea es similar a la de juegos pasados, él esperará a que los atletas vengan a él en lugar de ir a buscarlos, dijo David Sciarabba, capellán adventista que colaboró en los Juegos Olímpicos de Invierno en Turín (Italia).
En Italia, Sciarabba se reunía con atletas que venían a orar con los capellanes en el centro interreligioso. En ocasiones, algunos atletas le pidieron que orara para que ganaran, algo que Sciarabba dijo que no hacía, explicándole al atleta: “¿Qué pasa si tu oponente llega cinco minutos después y pide lo mismo?”
Una guardia de seguridad que controlaba la entrada al estudio de transmisión de la NBC dijo: “Hay capellanes en todas partes: en los hospitales, el trabajo, hasta en el cementerio”.
Esto puede deberse a que la Iglesia Anglicana ha asumido como prioridad la provisión de capellanes en los lugares de trabajo. Así lo explica Christopher Jamison, un sacerdote católico que también sirve como capellán en la sala de oración.
Este énfasis en los capellanes también podría ayudar a que se conozca más la denominación. En Gran Bretaña, la Iglesia Adventista es una pequeña minoría poco conocida en muchas regiones. “Los adventistas son desconocidos aquí”, dijo Daly.
“¿Iglesia de la séptima avenida?”, dijo Kaye Wren de Birmingham cuando le preguntó a Daly por su afiliación religiosa, antes de admitir que jamás había oído hablar de la denominación.
En la sede central de la Iglesia Adventista, Gary Councell, director de Ministerios de Capellanía, dijo que los adventistas “tienen que repensar y expandir cómo cumplir con el ministerio más allá de los paradigmas tradicionales. Cuando Jesús estuvo en esta tierra se mezclaba con todo tipo de personas. El ministerio de capellanía es una manera de mezclarse con la comunidad en general, de extener el ministerio más allá de las cuatro paredes de una iglesia”. [Equipo ASN, Ansel Oliver]
Fuente: ASN - ESPAÑOL
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